miércoles, 1 de mayo de 2013

Déjame que te cuente VII

El eco de sus pasos se desvanecìa mientras se alejaba a pocos, sus años ya eran varios y casì como si deseara la muerte miro hacìa atràs donde los hombres se despedazaban a gritos.

Sus ojos cristalinos observaron tan fijamente lo lejano; que aquel paisaje quedo impreso en la mirada y el olor a sangre se convirtiò en su almizcle.

La guerra terminaba con los gritos victoriosos de aquellos; que dìas antes habìan masacrado madres con sus hijos; perros con su hueso y ancianas tristes como ellas solas.

Las tropas se retiraban y todo podìa ser visto desde mis ojos atormentados; los gritos de agonía empezaròn a sonarse y los pasos fuertes de marcha cada vez retumbaban menos. 

Entre escombros, se escondían tablones y cuadros de familias contentas con su perro y su abuelo; todo perfecto.

Yo aùn esperando que la muerte me fuera obsequiada por bondad divina me sente en medio del caos a pensar con la mente en blanco, el calor de las llamas lograba un ambiente acogedor y depronto algunos pájaros trinaron de alegrìa mientras revoloteaban por los aires ; la guerra era la misma para todos  pero el futuro distinto en cada ser y la esperanza era lo ùnico que nos hacia diferentes.

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