lunes, 15 de abril de 2013

Dejame que te cuente VI (Ojos)


...Era un hombre gordo de barba espesa y mirada perdida, llevaba un bodegon de vino y fumaba un gran havano magullado por los dedos. La jovencita mirò hacìa atras y sus rostros parecian de repudio. Cogio las llaves y se marchò a lo que el hombre que entraba se acerco y me pidio una habitación; le entregue sus llaves y se marchò, fue asì como conoci la reuniòn de los alevines, donde lo mercaderes escondian sus secretos. Ya varios me habian dejado uno que otro implemento como forma de pago. Y eran realmente muy utiles, el carboncillo por ejemplo, era de un material organico que nunca dejaba de crecer. Asì que por màs que se usara se mantenia del mismo tamaño, algo muy sencillo pero practico. Mirè el nombre en el registro del señor de dedos toscos, ya que me gustaba jugar a que yo era un criptografo descubriendo el nombre de algùn faraòn egipcio. Decia algo como Temper, aunque no era muy claro podía notarse...

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