viernes, 15 de marzo de 2013

Dejame que te cuente III

Dicen los que entienden, que en el futuro las aves caminan por pereza a volar y los hombres vuelan por miedo a caminar.
Desde esos dias, las carreteras olian a escombros. Y entonces nadie se veia por las calles de esos burdeles viejos que aùn tenian ese aroma penetrante a mujer sudorosa. Impregnado en las sabanas negras que cubrian los muertos tirados en los andenes como moscas en carniceria; yo me encontraba caminando, sin rumbo. Buscando algo que habia perdido hace mucho, al fondo, se escuchaba el ruido de un llanto desesperado, agùdo y empalagoso pero tierno y necesitado, algo màs de golpe sonò despues de un instante, los casquillos de las balas se dejaron caer y el quejido estremecedor dejo de hacer eco entre los pedregales. Un fuerte dolor en el pecho me impulso a correr en direccion del disparo, las piernas parecian estallarse a cada paso fuerte contra el terreno amagullado y voltiando la esquina estaba alli una mujer pequeña con el rostro tirado sobre el suelo y en sus manos algo aferrado; ya con un charco de sangre que rodeaba su muerte y el asesino disperso entre una ciudad en guerra. Me acerque lentamente, y de su interior salia un balbuceo de inocencia al desenvolver los trapos sucios, con olor a hogar y leche tibia me encontre una criatura hermosa de ojos grandes que llevaba en sus manos lo que por mucho tiempo estaba buscando; era mi humanidad perdida que hace mucho habia olvidado.

1 comentario:

  1. Me gusta mucho tú estilo de escribir... Y el cuento está precioso!!

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